Favor de acariciar a la Rocamadour.

Oscuridad




El sol muere. Parece despedirse lentamente mientras cae rendido en entre cirros ensangrentados.
Es entonces cuando la noche se asoma envuelta en su manto estrellado y lo extiende sobre las cabezas de las criaturas que lloran aún al astro caído.
Su oscuridad corre por las calles semidesiertas, penetra en las casas. Se le ve salir por dentro de los cajones y escapar de los armarios vacíos. Se vierte como un ácido ruin y devora las formas y figuras, los colores y los rostros de la gente.
Yo estoy aquí. Sintiéndome. En este momento, no me veo.
A mi alrededor, el vació roza las paredes y presiona contra mis ojos aterrados. Rasga mi piel con minúsculos colmillos y lastima mis oídos porque grita fuerte, muy fuerte … Se cierne sobre mí y me devora junto con todas las cosas. Mi cuarto, mis libros y ahora yo también, flotamos en la nada inalterable, imperceptible apenas. Extiendo una mano y agito con ella el aire que parece quedarse inmóvil. No la veo. Tengo la sensación de ser invisible. Me muevo entre lo irreal, entre lo fantástico. “En la oscuridad, todas las cosas se vuelven invisibles o irreales o fantásticas” pienso.
Estoy tranquila. Hasta ahora lo soporto muy bien. En la penumbra, logro captar apenas la silueta de una lámpara. Quiero encenderla, ¡quiero terminar con esto!... La ansiedad comienza a picarme con su daga y me levanto. Tropiezo con algo que hay en el suelo y caigo de bruces sobre un suelo que no consigo ver. Quiero levantarme pero, ¿como saber cuál es “arriba” o “abajo” cuando se está suspendido en la nada total, en el vacío indescifrable? Me mareo. Levanto los ojos falsamente ciegos y la veo de nuevo allí; la lámpara flota en un mar negro de ansiedad y de terror. “Me rindo” suspiro y me levanto trastabillado. Con los pies descalzos, llego hasta el muro que tanteo para encontrar el interruptor de la luz. Lo acciono.
La Oscuridad grita de muerte y desaparece dejando una niña sola en un mundo visible, real, incoherente . “A veces es mejor la oscuridad” suspiro, y vuelvo a la cama con las luces completamente encendidas.
Fuera, la luna, hasta ahora oculta en una nube, sale y lucha contra el enemigo que yo acabo de echar de mi cuarto.
“La oscuridad suele ser tan fría” digo y me arropo hasta la cabeza con el afán de dormir.

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Líneas de Ocasión by María Fernanda Pérez Ramírez is licensed under a Creative Commons Atribución-No comercial-No Derivadas 2.5 México License.