Favor de acariciar a la Rocamadour.

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De tu Propiedad

"¿De dónde viene la Luz?" preguntas.
Yo miro al cielo.
Tus ojos me resguardan desde la lejanía
y tus palabras,
tejidas como las plumas de las alondras,
dejan suaves rastros en las nubes
y en las aguas.

"La Luz.. la luz" susurras.
Yo rompo en llanto...
Y me doy cuenta que este Mundo,
tan maternal, tan fugaz, tan tibio,
es apenas un respiro temeroso en la existencia
de un Todo mayor, desconocido, errático...
y que tu voz,
que la mía, arañada de sollozos,
son como lunas azules regadas por sobre el mar de Mito
y de la Vía Láctea.

"Mi Niño, la luz no existe" explico.
"Es apenas un haz de chispas microscópicas,
minúsculas,
imperceptibles, inmortales, inmutablemente eternas,
que destrozan, como cristales ardientes,
el delgado trenzado del espacio
y de la madrugada"

Veo tus ojos brillantes de tristeza,
y tus pestañas de hurón enternecido, destrozadas
por el filo de unas lágrimas calientes...
Lloras,
lloras mis palabras, y mis besos,
y veo como el Odio te sube por los nervios desde el vientre...
hasta el corazón.

Entonces yo te consuelo,
recargo en mi hombro tu mejilla,
te cobijo en mis abrazos
y te canto...
Pero tu dolor es hiriente, y desgarrante...
Traspasa mi armadura solar, mi yelmo espacial,
mi escudo galáctico,
e inunda el espacio vacío entre costilla y costilla
con su sabor amargo... con su calor sublime...
y lentamente me llena,
me perfora,
me desarma
hasta volverme una lágrima viva...

...de tu propiedad.

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Lamia


Mentiras,

ah, ¡Cuántas mentiras!


Qué de cosas no he tenido que oír

de tus labios rotos,

de tu lengua respingona,

plagada de recuerdos tórridos y congelados

que me golpean,

como látigos empapados de agua hirviendo,

entre las cejas...

O sobre el corazón.


Y mi respuesta siempre etérea,

siempre acorde, siempre inmune

a tus rivalidades, a tus derroches de bilis y fatalidad,

a la toxina salobre de tus besos,


se vuelve Rosa,

planta reacia plagada de espinas retorcidas

que se adormecen

bajo el canto de tus lágrimas,

o de tu boca amarga por el Destierro.


Te veo, ahogado de Mundo,

destrozado,

hundido,

repleto de zizaña y hierbas ponzoñosas...

y mi alma se deshace en un hilillo

apenas perceprible

de plata, rocas, de locura.


Y veo tus sueños decapitados

por la calle;

tus notas encendidas, corrientes y reforzadas

convertidas en humo,

en vapor, apenas:

En cenizas descoloridas que vuelan por un cielo oscuro

como tu Corazón...


...o como el resto abundante de almas que te rodean

con emisiones cargadas de alaridos, amanezas, tristeza,

y desamor.

Veneno que yo me apresuro a limpiar,

Zozobra a la que me abalanzo, para no abandonarte:


Dolor que he de sufrir con tal de no prolongar mi existencia más allá de terreno,

y de tus dedos de Mar.

... y de Lamia poderosa.

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