Favor de acariciar a la Rocamadour.

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Vida

Vaya la seda de tu abrazo, oh Vida,
cuando dejas tu azote de hielo
varado
en los tiempo remotos de la Vía Láctea,
y alejas tu suplicio invernal de nuestros corazones.

Ojalá detuvieras tu paso,
ojalá deshicieras los escombros de tus sueños derruidos,
por el paso de los años,
de los eneros,
de las terribles generaciones que destruyen,
con palabras ácidas y deseos febriles de venganza,
la suave organza de tus párpados, y de tu Tranquilidad.

Eres como una niña pequeña
que solloza.
Eres un retoño caído
que la gente pisa cuando pasa
al no notarte...

Pero yo sí te veo,
muchos de nosotros.
Y te llevamos prendida en las solapas,
tatuada en los músculos del pecho,
incrustada, con las más bellas filigranas de diamantes,
en relicarios vivientes, palpitantes y eternos
que guardamos bajo las almohadas,
y que cobijamos bajo la piel del rostro.

Vida, no seas altiva.
No pases tu látigo batiente
por sobre nuestras lenguas,o sobre nuestros ojos;
Sobre nuestro Amor.
Protégenos de tu ira,
sálvanos de tu rigor...

Danos la fuerza necesaria para mirarte con firmeza
y apartarte
cuando tus dientes caigan, como lluvia de puñales,
desde tu boca henchida por el fuego de tu llanto,
hasta este Mundo tan frágil, tan ligero,
tan indefenso e indefendible
de tu furia,

Mas no te alejes, Vida.
No te enojes.

Ya no llores, ya no tiembles, ya no sufras:
que estoy contigo igual de sola, de deshabitada.

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Oh, vamos.

¡Oh, vamos! no soy,
no somos (nosotros, los eternos soñadores,
los melancólicos y renuentes por excelencia)
tan monstruosos.

No tenemos dientes en el vientre
ni veneno en las encías,

Y si bien nuestros besos son amargos,
nuestros abrazos cargados de una tristeza ligera, pálida y atroz,
como los dedos de la Muerte,
o los aleteos fúnebres del colibrí,

y nuestras lágrimas frías,
como las manos de cera que tejen las blancas
mañanas de otoño;

Damos Amor (a veces gris, a veces rojo)
a voces, a coces, a cantidades...
Del dolor, materia prima del desastre,
hacemos collares y amuletos de fantasías y deseos
para los más osados...
para los que amamos... para los que sentimos en el fondo del corazón.

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Tentación

¿Por qué me es tan difícil decirte?

Cada día se ha vuelto una cacería de deseos,
una maquinaria estruendosa de bocetos,
de malos pensamientos...

De pensar en ti,

mi pasión inventada,
mi venganza, mi furia, mi ira, mis desvelos desatados,
mi salida absoluta,
mi paleativo sereno y definitivo:
mi trocito de Libertad.

Cuando el Sol brilla
y la mañana despunta sobre tu sien, y la mía,
mis ojos persiguen el sabor de tus pupilas,
mis manos, el destello incoloro de tu piel,
de tus pasos de liebre estremecida,

o me inundo del increíble retumbar de tus palabras... y de tu risa.

Te quiero aquí, por cuenta propia...
para recordarme, para reavivar,
para extraer del rincón de la memoria, el sueño y la fantasía,
el recuerdo de tu Boca,

y de la Tentación.

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Sí Pasó

Querido aventurero,
valeroso narrador: Amigo.
Yo no hago cartas por promesa,
ni mucho menos entrego flores, abrazos y caricias
al por mayor.
Ni siquiera soy,
como muchos, como tantos otros,
consciente del suceso, del Hecho en Sí que viene
a mi memoria
como un sueño tardío
o como una fantasía nebulosa que me empalaga durante todas las mañanas.

Tu beso
fue un reto insuperable a mi desdicha,
al dolor que día a día cubro, resguardo y atesoro en el pecho,
a los trozos de mi amor desquebrajado por el Olvido y las malas experiencias.
Y en el instante en que vi tus labios en los míos,
cerré los ojos...
y noté, en ese instante, que mi alma
ansiosa, ardiente, desgarrada
te correspondía... y lo hubiera hecho durante toda la oscuridad:
Durante toda la vida.

Dentro de ese beso
yo gritaba...
Y hubiera deseado entreabrir más labios,
morder los tuyos,
deshacer tu lengua en ríos de ternura clara, pura,
transparente,
chocar toda yo, toda entera
con tus dientes...
...y perderme,
como se pierde un grano de arena
entre la selva dorada de las playas de agosto.

Toda mi angustia, mi dolor, mi rabia
pareció irse en el instante en que tu hálito,
embriagante, dulce, breve, cálido,
se entregó al mío en un segundo de saliva
y me calmó, me anesteció:
Succionó todo el sufrimiento...
dejándome limpia...
...pero con ganas de ti.

Perdóname, no quería negarlo.
Perdóname: Eso Sí Pasó.
Sí debió suceder...
Quiero que pase de nuevo.
También yo reviento, vomito, giro y caigo en sueños
en los que espero tu presencia
y tus manos temblorosas,
cuando buscan,
como criaturas vivas, friolentas y acalambradas,
en contacto con las mías,
para que las cuide: para que las tranquilice y las haga verse inmóviles... bellas.

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