Favor de acariciar a la Rocamadour.

1 comentarios

En mi cabeza



Es un sedal de oro,

un hilo fino de pelusas matutinas,

de cafés ahogados en el crepúsculo sangriento,

y en las Lunas Llenas.


Dentro de mí,

se ataba a mis rodillas,

a mi vértebras,

a mis pulmones y costillas

y halaba cuando te hartaba la vida,

o te inconsumaba el olvido de las hojas y de las gotas de rocío

en las barandas.

Entonces yo lloraba tus sueños estrepitosos

y lóbregos

en un conjunto convulso de vacilaciones, lágrimas y saliva

y te pensaba

en los rincones,

en las estrellas,

en las noches,

en mis poemas...


Hasta que te filtraste uno a uno,

en una letra primero,

luego en una frase...


Hasta que una Luna enorme y herida

se posó

para siempre

en mi cabeza.

0 comentarios

De la Noche



Dos lobos
en la noche
se encuentran
bajo el manto estrellado de la madrugada.

Son las 4, los astros brillan con audacia
y
agreden
con su fuego
las pupilas caninas...
las luces rebotan en los colmillos que se muestran,
dentelladas vuelan por el aire,
irrumpiendo,
en destellos amarfilados,
en una una lluvia de chispas y gruñidos.

Un aullido feroz zurca
con su vuelo estrepitoso,
el prado,
chocando con los árboles
y con la Luna...

Me despierta...

Tus labios chocan con mi espalda: duermes.
Tu mano,
lánguida,
reposa en mi cintura.
Estás temblando...

4 comentarios

Hoy es noche de poemas


Es como su fuésemos distintos;
como si cada quien
en su mundo - trinchera,
susurrara palabras de amor y de consuelo para el Otro,
sin ser oído
o
siendo malinterpretado.
Es como su fuésemos de mármol,
uno y otro,
y como si nuestros labios fuesen
como el alabastro pulido de los obeliscos:
bello, fino, cortante...
frío como un trozo de hielo pendido de una flor de la mañana.
Y los besos son como pétalos áureos de la brisa;
fugaces, pasajeros:
delicados, como un ave en celo...
pasionales, como el viento huracanado del temporal...
o tristes, melancólicos, ocultistas; como los gatos
que poblan los tejados de los monasterios
o las estrellas, que desprenden destellos filocortantes
al resto de los astros de la Creación.
Somos dos notas
(yo soy Re, tú eres Fa si quieres)
tocadas a contratiempo;
como dos partes de un Cannon que nunca existió.

3 comentarios

Para alguien que nunca existió



Ya tantos días… y las noches.
Y los Sueños.
A cada instante te me metes en los poros y me respiras,
Con tu hálito de dientes y de autofagias sobrepuestas,
Sobrecogidas,
De alambradas errantes de trémulas ocasiones del fracaso.

Caray, vaya que me haces falta…
Vaya que cada minuto en que pestañeo, pierdo
A momentos desesperados,
Un trocito de paz y de tristeza.

Me siento triste,
Y triste y sola,
Porque tú no estás aquí…

Y todos estos besos y abrazos se me coagulan en la sangre,
Y hacen, del tracto vascular, toda una lucha implacable de arroz y de vino:

De vino blanco, cristalino,
Como las gotas de rocío sobre tus pestañas,
O sobre tu boca húmeda, entreabierta,
En un beso eterno para alguien que nunca existió: Yo.

1 comentarios

To much better



No.
Ya no más de esto, de lo otro
de lo mismo.
De lo inmutable, de lo intrascendente, de lo mortal;
de lo meramente inalcanzable, polarizado
y tóxico...

Ya no más.
No más juegos calcáreos de felicidad,
de orgullo,
de fingidas esperanzas.

Yo quiero Amor, poemas,
versos completos...

No mamadas.

4 comentarios

Morir


Soy como una paja,

como el resto de un cristal horadando,

impío,

tu calzado de gamusas coloridas y aterciopeladas.

Soy un animal pútrido,

una hierba rastrera empapada de lodo y de tristezas

que empaña

que ensucia

la balustrada añil de tu antesala

con toscas ilusiones y deseos necios,

con malos Te Quieros,

con enfermedades asquerosas, indeseables e imperdonables.


Yo, la eterna pecadora.

La que nada lleva encima,

la que nada vale.


La que no te despierta nada,

más que compasión, odio y pesadillas.

Malos sueños,

y el amargo de la boca...


¿Qué soy yo yo, entonces?

¿Una serpiente enferma?

¿Una rosa muerta tirada, olvidada,

humillada, mancillada

por el resto de la suelas de los otros?

¿Quién soy yo?

¿Un deseo moribundo?


Si acaso soy lo que nadie más en el mundo,

quiere ser.


Aléjate, si tanto me desprecias.

Porque hasta las arañas, los lagartos y las fieras,

sentimos.


Pareciera que te estorbo,

que no te soy nada!

Que te paso por el buche como un agua sucia de hastío y de destrozos,

que soy algo repudiable, tonto, desechable;

mis dedos,

en tu cabello,

o acariciando tu rostro,

son gusanos húmedos y fríos

que se arrastran en tu piel como insectos suplicantes,

moribundos...


... y yo me quiero morir.

1 comentarios

Querer Saber


A estas alturas
yo ya no me pregunto si me quieres

porque es misterio incorpóreo de voces susurrantes
lejos de mis alas tiernas y doloridas.

A estas alturas
saberlo es poca cosa

saberlo involucraría razonarlo
analizarlo
masticarlo bajo el matiz rosado de la lengua
que recita odas hacia lo tosco y lo maldito.

Querer Saber
es una necesidad increíblemente austera
que me invade el alma en las tardes frías
o en las mañanas nubladas
y
de vez en cuando
me cubre la vista con un manto acuoso de dudas y de revelaciones...

pero ya no quiero preguntarlo más.

Ya no quiero formular palabras en mis labios
que floten, irreversibles
hacia tu rostro y te golpeen,
como una lluvia de reproches y de interrogantes
haciéndote girar la cara,
apedreado...

porque mira que es terrible quedarse sin tus ojos,
sin tus labios delgados,
o tu sonrisa cerrada e insinuante...

Yo no quiero saber, ni preguntarte
por miedo a que
uno de estos días simplemente digas:
"no, no te quiero"
y yo deba irme sonriendo amargamente
porque mis lágrimas son demasiado idiotas para semejante pena y desilución.

0 comentarios

Es infierno no saber


Es infierno
no saber.


No comprender lo que sucede
con las cosas que se ahorcan, mutiladas
de vigas tormentosas con olor a moho
y a termitas.


No ver, no saborear
ni predecir
el oleaje final de una marea desolada de preguntas irresolvibles;
calantes de sal y de serpientes
que se enroscan en las piernas de los atrevidos.


Me siento cansada a medias,
me falta el aliento
y los párpados me anclan al suelo humóreo de la soledad,
del sueño,
de la pesadilla...


Duermo en un laberinto interminable
de dudas, de preguntas, de mutiliciones
y de falta de fé y de futuro.


Es tormenta
no saber.

Es desventaja pura ante el Destino.
Es condena viva ésta de la duda.

0 comentarios

Abrazo


Una pestaña rueda

de tus ojos

hasta tus mejillas.


El aire la mese en un compás infinito

y miro como tus pupilas tiemblan al contacto con las mías

y tus labios se estremecen,

mudos,

como si encerraran un grito incompresible hacia mí,

hacia mi destino

o hacia el nuestro.


El Silencio,

tendido y temblorosamente gélido entre tu cuerpo y el mío,

se concibe como una muralla inoportuna de desdichas y delirios.

Tu abrazo es inseguro y fugaz...

y te alejas, con los brazos extendidos y la tristeza

presente,

bien realzada sobre esos ojos hermosos,

lóbregos e indiferentes, muchas veces...


Una manto de melancolía se cierne sobre tu mirada

como una capa helada de nieve y de granizo

en un prado poblado de flores fragantes y de aves.


El invierno llegó a tus caricias,

y el aire es cada vez más seco, irrespirable...

y cuento los días para que la primavera llegue a la yema de tus dedos

y me ames, como una corriente marina de cariño y de alegría,

y me estreches en una fiesta asfixiante de besos y de mimos,

de tus brazos.

0 comentarios

Fernanda


¿Para qué mentirte?
Fuimos casi hermanas oscuras y lejanas
como estrellas gemelas;
cada una el fantasma inaudito de la otra,
la copia exacta celular.


Tus ojos eran océanos oscuros y serenos
esos labios delgados pudieron,
estoy segura,
pronunciar las palabras mías exactas y perfectas;
como nunca nadie más pudo hacerlo nunca.


Y ese rostro infantil,
oh, ese cabello...
Esos rizos castaños,
deslizantes,
por la curva sutil de tu espalda hasta tu talle.


Esas pestañas turbadas hacia el cielo,
y tu nariz...


Tú, el molde idéntico de mis delirios
y de mis esperanzas.

Tan parecida,
tan fatal,
tan irremediablemente alejada e inalcanzable.


Némesis preponderante,
escultura marmórea de alabastro y de cristal.


Eres como un dibujo mío
plasmado en el temblor de una gota que cae
sin tiempo y sin fortuna
sobre un mar helado de saliva y de nostalgia...


Te quiero como yo,
como fuiste.


Si eres como pienso,
tu alma es mucha pieza para ese mundo irreal,
incorpóreo y gris
que te ha envuelto entre un velo fino de alegría falsa ...
y de frialdad.

1 comentarios

Regresión


Te miro.
Escudriño en tus ojos y en tu cara
y te reconozco...
Hace tiempo que me sé tus rasgos de memoria
y que puedo dibujar cada silueta con mi dedo
sobre tu rostro.
La línea de tus labios es la misma,
igual que la curva de tus ceja y de tu frente.
Tus pestañas siguen allí,
todas
y parieciera que no has perdido una sola
porque el bosque enmarcado de tus ojos sigue como estaba:
oscuro, acuoso y penetrante.


Te escucho.
Tu voz tiembla como antes lo hacía
y se estremece en vibratos agudos y golpeados.
Tus palabras se flotan bajo, a ras del suelo
y se me enredan en los tobillos,
hacen nudos entre mis pies y me hechizan al piso...
y tu risa.

...una risa atroz, oscura, espectral.
Reconozco todo de ti,
eres todo tú,
no has cambiado absolutamente en nada...
Pero parece que mis pupilas son de un material distinto
y que mi alma se cuajó, o se forjó, o se partió en pedacitos
porque tu presencia me arde en las heridas
como vinagre en una llaga abierta e infectada.

...infectada de estrellas, ecuaciones y poesía.

Infectada de vacío y de rencor.

Me asustas.

0 comentarios

La existencia


Así es la existencia:


La vida se traduce como un acertijo. A cada respiro, a cada paso; el acertijo se vuelve más vertiginoso y torcido. Con cada amor fallido, o con cada deseo atroz de fama y de fortuna, se curva en reviravueltas furiosas e indescifrables...

Hasta el momento en que el acertijo, más que ser reto: más que ser tortura, destierro o mal camino, se vuelve Misterio... y es, por fin, insostenible.

Entonces la vida acaba, y quedamos muertos y hundidos entre una maraña de cuerdas y de palabras.

1 comentarios

Parpadeo


Quisiera que se apagara el mundo.
Que se evaporara ligero e insignificante
como el humo de las cerillas que se pierde
bajo la luz de el crepúsculo somnolento.


Que se extinguiera
como la llama de una vela que es vencida por el viento;
como el destello de luz de un prisma que se interpone entre sol
y la avenida de autos, tacones y misieria.


Que se esfumara
como el reflejo de tus ojos en una pompa de jabón,
sin dejar rastros ni querellas.

Quisiera que el universo se volcara en sí mismo
y se indefiniera entre lo absurdo y lo real.

Quisiera ser devorada por un chorro de electrones y volverme arpegios,
y misterio,
dejar de ser materia viva:
ser una roca.


Ser un tumulto de palabras llanas
que no hagan más que contar las historias que otros ya han contado.


Desaparecer
como lo hacen la última imagen del sueño
bajo el parpadeo inicial de la mañana.

5 comentarios

Y la Luna


Y la Luna.


¡Ay la Luna! ¡La condenada esfera reluciente y fría!

El lirio de la noche estrechada en luces trémulas de estrellas.


La Luna se ahoga en un claustro esponjoso,

nacarado y cruel

de las nubes errantes que le abrazan.


Su brillo es una súplica,

su presencia redonda es un requiem

para mi vela triste y desolada.


La luna me come a mordiscos,

me derrite.

0 comentarios

Todo estará bien


Y detrás de cada guiño,
de cada rechazo,
de cada palabra herida... está la duda

Y las decisiones.

Decisiones rastreras,
de opciones poco factibles,
irrealisables: imprudentes.

Puertas que fraguan a golpes el delirio del Destino
y que corrompen el azúcar de las flores y de las Esperanzas.

Ya has tomado la tuya,
y aunque sé que tienes dudas, miedos, confusiones
yo no voy a intervenir.

Yo también he tomado la mía,
más terrible,
más inconsistente y egoísta:
Quererte.

Quererte porque me viene en gana,
porque aprendí a quererte de modo especial, por vez primera.
Porque,
aunque el nuestro lazo se haya roto
y se agote la reciprocidad y la complicidad mutua que nos unía,
puedes derivar sin rumbo por un mar de miedos y acantilados
Solo
si tú lo deseas así: Dios te ha dado ese derecho.

Pero yo amé mi Esperanza,
y la amo.
Y mi decisión es simple:

Eres mi Corazón porque,
cuando mi amor surgió,
yo no tenía uno,
y poco a poco de cada beso y de cada lágrima
una ilusión cálida latió en mi pecho...

Y viví.

Tú lucharás por mantener una desición que has formulado,
en la que te juegas parte de tu alma y de tu vida:
te juegas el dolor...
Resistes el látigo y la sombra para demostrarte a ti mismo
y a mí,
y a quienes te miran y te quieren,
que eres más que deseos fallidos de reconstrucciones y esperanzas.

Y yo abrazaré la decisión constante que me mantiene atada a mi Destino,
la que hace vivir todos los días.

Mi Esperanza se murió, pero mis decisiones viven: y también son fuertes y obstinadas.

Te Amo, porque,
Al fin Poeta,
me hace bien quererte...

Y el Amor puede quedar en uno de nosotros
como un tesoro invaluable, recóndito:
Escondido pero iluminado en la faz de todos.

Decidí amarte porque yo quiero demostrarte a ti y a mí misma
que el Amor puede ser bello e incadescente sin esperar nada.

Esa es la lección más hermosa que aprendí de ti.

Te prometí un Amor Especial: pero fue una promesa que hice a mí misma. Y lo hemos logrado.
Vives dentro de mí en una llama que me susurra que todo estará bien.

2 comentarios

Porque lo he elegido.


Te quiero
con un dedo en los labios
y con un suspiro callado entre tus dientes.

Te quiero
con el amor poderosamente intacto
en la llama de tus ojos acuosos,
ambarinos,
asoleados en mareas y torbellinos marinos
completamente arrasadores e imperdonables.

Te quiero a solas,
en medio de todos,
o en medio de la nada atroz de dos semanas,
de dos rebanadas vacías de soledad acabada y tonta...
de dos gajos infortunados de caricias, saliva y sal.

Te quiero
porque me gusta el azul,
porque tú eres azul:
como un poema erudito que nace de los pétalos húmedos
de una rosa mística sonrojada en pena y agonía...
como un cielo tranquilo,
poblado de nubes tiernas y esponjosas,
como un beso volátil sin más propósito que ser veloz,
que ser furtivo o incauto.

Te quiero porque lo he elegido,
porque no se me dio de otra!
porque me gusta quererte.
Porque nunca hallé a nadie tan digno de amarse
como tú.

3 comentarios

Pesadilla y Amor


"...y ante algo más de lo mismo creí en lo distinto, porque vivir era búsqueda y no una guarida"


Era lo mismo.
Al oído, el timbre era exacto:
Llano y banal,
desacostumbrado a llantos y caricias.
Filoso, como la espina de un rosal herido.

Eran lo mismo!
Lo juro!
Cada alto, cada bajo,
cada arrastre de letras y de expresiones 
nadaban a la misma altura
y tocaban el mismo lugar dentro del pecho
que tocaría una alondra,
un gorrión.
Un Cuervo.

Y yo moría de amor,
me quemaba las alas la agonía
de sentir su asencia declarada 
ante mis pasos...
Y cada segundo, cada hora, cada día
soñaba el reencuentro, el beso...

Pero hallé una macabra sorpresa:
Mi Amor es sólo mío, porque no lo quiere nadie más.

Al oído
Pesadilla y Amor eran lo mismo.

0 comentarios

De donde Soy


De donde soy

las cosas no sonríen
y cuelgan telarañas opacas de los rincones
de los armarios oscuros y enpolvados.

La melancolía respira bien cerca
de la nuca de uno
y le eriza los vellitos
nomás en pura desesperación.

La tristeza, la angustia
enfrían el hálito moribundo
en los pulmones... y se siente el ansia en el estómago,
en la piel de las mejillas.

Un escalofrío le recorre el alma,
y un pinchazo de muerte y de dolor
se le espaca a la esperanza de los labios.

Cómo duele la ausencia...

Dónde yo nací,
las cosas sollozan en murmullos callados
y lamentan
la pérdida del amor que ha desaparecido.

2 comentarios

Como la vida




Somos como dos locos,
como dos arroyos de cántaron pulidos,
cálidos
y suaves..

Somos las quimeras y los dragones,
las criaturas que la gente toma por azar,
por destino,
y que teme... porque no tienen lógica,
porque los colmillos, las garras y el veneno
mantienen a raya sus comentarios, alabanzas y castillos.

Somos dos forajidos de este mundo,
somos exiliados.
Exiliados de las costumbres y de lo cotidiado,
de lo banal.

Torcimos el camino,
cambiamos el sendero por el Cosmos,
por la Luna, las estrellas...
Devoramos planetas, pulsares y agujeros,
y tejimos hilos plateados con las partículas suspendidas
de amor, de rabia, de suspiros.

Tenemos el coraje,
el temor,
la falta de conciencia
para tragarnos la nada por las pupilas
y para escupir fragmentos de vacío por la boca,
por los oídos...
Para desperdigarlo por la punta de los dedos.

Para Amar, escribir y pensar en francés,
en italiano...
En romances acaecidos firmemente en el latir de los faroles,
en las fibras lumínicas del aroma a distancia
y a penumbra.

Juntos, somos como la vida:
unánime,
triste,
sin ton ni son,
acalambrada, tétrica...
desolada a mar y cielo.
Necia y ruin:
incomprensible.

0 comentarios

Canción de la Venganza


Pero mira a quién me he hallado!
mira quien se asoma bajo los velos raídos,
bajo las lozas manchadas por el heno y la paz
de la desesperanza.

Mira quien, bajo su manto y su halo de tristeza,
de dulzura,
de hipócrita comprensión y talento,
asoma unos ojos temerosos del Vacío y de lo Que No Conoce.

Ah... y me alaba,
se desvive en besos y en adoranzas a lo largo de mi paso
y recoge los pétalos caídos de mis lágrimas,
para hacer corolas de amor, de olvido.
Se yerque ante mí, bella y sombría
y me reverencia con la manga de su sayal inmaculado.

Un halo oscuro le envuelve la cara
pero me presume una auténtica sonrisa de dientes pequeños,
inofensivos... mientras su lengua,
dentro de su boca,
sufre arcadas violentas bien disimuladas.
Yo sé que,
bien dentro de su garganta,
allí donde late lo que muchos llaman corazón
(yo lo llamo Bestia)
mastica mi nombre en la caldera eterna de su odio,
de su incompresión.

Cuánto odio la pureza sutil, voraz:
intencionada.
Cuánto la valerosa mano que se tiende, incondicional
pero condicionadamente.
Cuánto a los personajes trajeados de blanco
en pedestal, con brillo en las uñas y en los ojos
que,
detrás de sí,
guardan un puñal ensangrentado.

...y aguardan, aguardan.
Y a mí me peina su presencia porque finge ser cálida,
y me consuela a medias en sus palabras saturadas de mensajes,
de objetos y metáforas ultra positivistas.

Me da repelús, desconfianza...
como se desconfía de un castillo naipes en la nieve.

Al miedo se responde con miedo.
Al recelo, con desconfianza.
Y lo siento muy bien dentro de las entrañas como para dejarlo pasar sin más.

2 comentarios

Tarde


-- Mande....- dijo el muchacho cuando un suave murmullo se coló, indecifrable, bajo el rumor de la tormenta.
Del otro lado de la mesilla de café, una chica miraba los goterones resbalar a través del frío cristal de la ventana. Su cabello estaba mojado y recojido en un pequeño montón tras su nuca. Aún le resbalaban gotas de lluvia por los mechones de la frente y su nariz, roja y fría, respiraba con agitación.
Volvió los ojos castaños hacia el muchacho.
-- Qué te quiero.- dijo.- He dicho que te quiero. Te quiero sobremanera.
Los labios estaban húmedos y entreabierto, además de un poco pálidos. Tras de ellos, sus dientes temblaban ligeramente y sonrió.

A las puertas del café, una cortina de agua cerraba el paso a la acera y, por ella, corriendo a lo largo de la calle, pasaban personas desconocidas al amparo de cualquier objeto que detuviera el golpeteo de la lluvia sobre sus trajes. Las luces de los faros se distinguían como borrosos espectros iluminados a través de la niebra formada en los cristales y, a lo lejos, las luces de la ciudad se desfiguraban tras la sombra de los extensos nubarrones.
Había un agradable ambiente a cacao, y un aroma a chocolate. El vapor de las bebidas se elevaba por en medio de sus caras y tejía figuras delante de sus ojos. El aire se respiraba cálido, algo húmedo; impregnado por el olor de los abrigos mojados, de la piel erizada bajo el frío de la tarde.

El muchacho la miraba, atento. Veía sus mejillas sonrojadas por el calor del café, arreboladas en un gesto de ternura disimulada, de confianza. Su muñeca de se doblaba de vez en vez, inclinando la taza hacia sus labios pálidos y desganados. Sus ojos estaban perdidos en la vista a humedales de la ventana y, las pestañas, caían pesadamente mente aún bajo ciertas gotitas de vapor.

Tomó su otra mano, la que no sujetaba el cafecillo tibio enmokado. Cogió sus dedos suavemente, con delicadeza, del borde de la mesa. Aún estaban un poco fríos.

-- Yo también te quiero, Fer.

2 comentarios

Lágrimas


¿Para qué estas lágrimas?
¿Para qué esta lluvia,
esta tormenta de sal y de amargura?
¿De qué sirve este festín
de sepultureras fúricas,
reprimidas...
De fieras azules de insomnio; de impotencia?
Me duele el cielo,
me arde el alma...
y el corazón se me sale a borbotones por los ojos;
se me escurre por la garganta...
Brotan;
emanan de mí estas perlas afiladas como cuchillas,
como armas eternamente ocasionales del fracaso,
de la desesperación.

Y sangro,
sangro agua y miel.
Sangro tristeza...

Siento las neuronas
y el espíritu escurriendo, derretidos
por mi tráquea.

2 comentarios

Memoria


Oh, Corazón… Frénate y vuelve de la encrucijada… que el Arte sueña despierto y la Belleza se queda muda en la Arena de la memoria recóndita abnegada.

— ¿Qué si no?- me dijo. Y me sonrió con esos dientes bien grandes y bien suyos. Su risa desenvuelta me caló y me llenó de confianza; de confianza apenas real, apenas constante, pero en ese momento todo el mundo pudo jurar que era Confianza. – Ya verás como ponemos pronto a la fiesta a nuestros pies…

— Por Dios, relájate. – y reí suelta, despreocupada.- es apenas una fiesta. Dime ¿Qué tienes pensado tocar?

Él respondía; sordo, fluido y arrogante. Hablaba de actualidad y de propuestas musicales, de sonidos innovadores, de trompetas, de augurios, de malos comentarios. Respingaba de fama y de fortuna, de éxito… y yo lo miraba soñar: completamente despierto, completamente consciente. Completamente distante.

Me miraba a los ojos y me repetía una y otra vez la teoría, la propuesta, mientras yo sólo guiñaba y me desprendía un momento de su voz y viajaba hasta el confín de su aventura fantástica, de su esperanza.

Nunca tuve esperanza allí, lo admito. Su voz me ensoñaba y me desmaterializaba bajo el sol seco y constante de las mañanas de mayo; pero nada más. Oírle era un viaje hacia una vida que no era la mía, ni la suya: su voz era la esperanza viva, retorciéndose, aullando. Él contaba, se sabía de memoria toda la vida de la Esperanza.

Olvidé un momento la propuesta. Me reacomodé sobre el cofre del auto azul en el que me recostaba y miré un momento el árbol sobre mi cabeza. Era toronjil, era lima, era manzano, yo qué sé… el aire pasaba entre las ramas y mecía las hojas, susurrando. La brisa me azotaba la cara y yo le oía, suave, perspicaz; completamente ajeno a mí y a mis delirios, hablando, hablando…

— Entonces.- irrumpió en mi locura.- ¿Qué te parece mi banda?- y me sonrió cómo si nada más existiera, como si el árbol, el auto, las hojas, la misma brisa no fueran testigos de su fe, de su falta de paciencia hacia mi voto final, hacia mi jugada.

La pregunta me cayó de sopetón y me volvió la cara hacia la vereda: un camino de gravilla polvosa alzada por el airecillo fresco. Más allá, había una puerta entreabierta y se colaba por entre las rendijas y las ventanas en sonido sordo de las guitarras y una batería ofuscada de acordes entablados.

—Eh, dime…

— Creo que son buenos.- dije, y agregué, casi como una disculpa: Aunque sé que no les caí nada bien.

— Naaaaaahh, no es eso. No es nada de eso… ya se acostumbrarán a ti. Jo, esos batos. El bataco es algo mamón y cae medio pesadito pero….- ¡y habló, y habló! y yo miraba sus labios delgados moviéndose eclipsados, poseídos. Y de nuevo oí mencionar “arte”, “belleza”, “fantasía”, “fama”, “éxito” mal, es verdad. En falsos contextos. En malas metáforas. Escuché todo un océano de verbos y de palabras; toda una avalancha de persecuciones atroces de conceptos, formas y defectos… y yo me quedaba muda: completamente indiferente a la brutalidad y la bestialidad con que aquel muchacho (encintado al pecho, orgulloso, arrogante… con guante y plumilla en mano) desperdigaba lo único en lo que yo creía: La Esperanza.

1 comentarios

Tormenta.


Brisa.
El Cielo se torna un animal agazapado
y se vierte sobre el viento como un reclamo enfurecido.

Las nubes se amontonan en tímidas manadas
y se rozan, con sus cuerpos suaves, húmedos, esponjosos
al compás del grito del altísimo requiem de la tormenta
agolpándose, chocando con las aristas afiladas de los vientos ascendentes,
silbando.

Una burbuja de sal se suspende
en el abismo.
A su alrededor, ovejas grisáceas le lamen
con pequeñas gotitas de saliba, de vapor.
Un relámpago surca el momento
y estalla
a lo lejos, el estruendo en agonía del temporal.

Y caen, una a una.
Una a una se precipitan hacia el suelo,
como un aquelarre de canicas vítreas
que revientan más allá del confín de las ventiscas.

Y nuestra burbuja de sal se siente húmeda.
Lentamente, la lluvia le deslava.
La comisura de los labios se deforma en la sonrisa
final
del asombro indescriptible.

Y las nubes rugen.
Y la tormenta lo se detiene nunca.

Los rayos vienen y se van
y resuena el eco en los tímpanos del mundo
del resoplido fúrico del viento,
el lamento sutil de las cristalinas perlas
que estallan en los campos, en las hojas, en los ojos.

De la sal sólo queda un sólo grano
que el temporal perdona y deja libre.

Vaga, Vaga por las corrientes del aire gélido.
Entre nubes y centellas.
entre relámpagos...

Y yo, que miro arriba
y me desvivo por verme en la tormenta,
y me siento sola: partícula de sal,
recibo su llegada en uno de mis párpados.
Así que giro el cuello... y no veo más
que las gotas de lluvia romperse contra la tierra.

1 comentarios

Uno al Otro


Y te recuerdo así: Hostil.
Atrincherado en tu vereda cercada de rocío,
en tus metáforas acribilladas de pétalos rosados, níveos;
reencarnados en furiosas aspas de verdad, desprecio e ironía.


Siempre en guardia, siempre atento,
siempre mirándome por el rabillo de esos ojos morenos, escrispados
brillantes
rabiosos y expectantes,
impregnados del veneno de la sed en tus palabras,
en tus lágrimas mudas, invisibles,
rodantes por el perfume de las madrugadas eternas, invencibles
completamente irreales e ilógicas.


Y te recuerdo así: Austero, ausente
siempre inmerso en el trasfondo de cada gesto y cada letra
de cada canción inacabada, de cada beso inmaculado que se escondía
tras el filo cálido de una promesa vacía de significado, de cortesía; de delicadeza.


Y nosotros dos: siempre rudos.

Y nosotros dos: siempre infelices, tristes, inconformes.

Persiguiendo sueños repletos de esperanzas ácidas y efímeras,
completamente sordos, mudos, ciegos, incomprensibles…
y siempre, siempre tan iguales,
tan proporcionales,
tan poco divergentes:
Siempre recordándonos Así, preguntándonos, arrepintiéndonos…

Culpándonos el uno al otro.

10 comentarios

O Nada.


Anoche,
(oscuro manto,
estrellas pálidas, azules,
angrávidos poemas de pasiones errantes,
olvidadas)
me soñé Demonio,
horror encarnado,
encarnizado...
Que con las garras prestas
desgarraba corazones en las almas,
desangraba gritos en los callejones,
en las malas intenciones.

Anoche,
me soñé herida de muerte,
me creí viva,
me creí inhumana.

...y a cuatro patas zurcaba el mundo,
las calles,
los viejos edificios
(escuelas, museos, rastros, hospitales..)
y devoraba mofas y risotadas.

Yo, pesadilla de los Lobos,
Yo, engendro de la noche hirviente,
Yo, monstruo de fé,
de paz, quizá...
de paz alterna.
Alternativa.

Yo, Demonio,
Tigre de odio y de rencores;
con las fauces abiertas y los ojos encarnados,
te veía.
Te veía al fondo,
tranquilo.
Te veía y me encogía,
me doblaba...

Entonces, con la mano al frente,
insegura,
trémula,
te acercabas...
Y yo gruñía,
rugía fuerte...
Saltaba sobre ti,
te derribaba.

Sentía tu cuerpo bajo el mío,
sentía tu fuerza...
sentía mi aliento en tu rostro horrorizado,
escuchaba mis aullidos de furia,
de terror,
de pesadilla.
Te mostraba los colmillos,
te miraba a los ojos...
Te susurraba palabras espectrales,
me tranquilizaba tu contacto,
tu inmovilidad...

Y me volvía humana nuevamente.
.... y sentía el gusto a sangre entre los dientes,
y un viscoso hedor entre los dedos.

Soy veneno, quizá.
Soy inocente.
Soy pesadilla de carne,
de sangre.
De Demonio furioso.
De Animal.
... Pesadilla de llevarme tu rostro en el hocico,
de llevarme tus ojos en las garras.
De llevarme tu horror en la mirada,
de llevarme tu cuerpo en el instante oscuro de la noche
entre el pelambre imperioso de mi alma furiosa,
incontrolada.

De devorarte allí,
tigre emancipado.

De volverme Tigre, o nada.
O Nada.

Creative Commons License
Líneas de Ocasión by María Fernanda Pérez Ramírez is licensed under a Creative Commons Atribución-No comercial-No Derivadas 2.5 México License.