Una se levanta,
se sacude la tierra acumulada,
la arena incrustada en los pliegues ardientes del Destierro
y se prepara, con la misma necedad cósmica,
con la misma persitencia cronométrica, armónica y desatada
de las olas cristalinas (poderosas, afiladas) que deshacen
las espumas marinas
en minúsculos cristales de oro, brisa y sal.
Volver...
una siempre vuelve.
Se yergue de entre los muertos.
Renace de los trozos mordisqueados por las fieras
que los Otros,
presas de arrebatos amorosos, fúricos e infernales
han esparcido por los caminos empolvados de la Cotidianidad.
Y a veces una llora,
llora su dolor y su destino:
la condena de ser el fanstama inmortal que ronda
los pasillos azarosos del recuerdo, o del olvido,
completamente ciego, completamente mudo;
bañado, salpicado, señalado
por el resplandor pálido que le confieren el paso de las horas,
de los días,
de la eternidad.
Entonces, la Tierra se abre
y sus entrañas desnudas se muestran
cálidas, maternales, dolientes
a los ojos destruidos del espectador...
Y la concienca cae en un sopor de ensueño
y se refugia en el vientre del Planeta
a soñar, a crecer, a querer, a esperar
que la semilla de su Fe brote por entre los campos verdes
y amarillos
de los prados silvestres de la Creación.
Sueño, me gesto
en las salas oscuras de la Espera,
en los espacios vacíos de la asuteridad.
Volveré.
Volveré
Publicado por Antares en 20:12
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1 comentarios:
Qué interesante. Talentosa; denota talento vaya, y no son elogios vanos lanzados al viento.
Por cierto, gracias por pasar al mío y me alegra que de algo al menos haya servido, digo, "el planeta salvaje" es una excelente película^^.
Y bueno, te agregaré.
Un saludo.
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