Favor de acariciar a la Rocamadour.

Es sólo que te extraño demasiado


—…Nada- Dice. Y reprimiendo con fuerza la explosión de un sollozo en la garganta, añade:- Es sólo que te Extraño demasiado.
Click.
Su voz en el auricular se deshace lentamente, escurriendo, como una gota de lluvia, por los últimos segundos de la conversación.
Ella permanece inmóvil, con el ceño fruncido y los ojos acuosos, surcados por pequeños hilillos de dolor y desesperanza, fijos en una Nada especial, subalterna e inexplicable.
Sentada, apoyada sobre la cabecera de la cama, con las rodillas pegadas al pecho y el auricular rozando, apenas, sus labios en un beso mudo y extenuante; libera una lagrimita salada por en medio de sus párpados cerrados con delicadeza, con amargura, con trémula inseguridad y vergüenza.
Suspira.
La cálida penumbra se cierne sobre ella, rodeando su cintura y acariciando sus cabellos oscuros, bajo el influjo de un hechizo lunar local y accidentado. A ojos cerrados, siente un hálito cargado de pena, añoranza, ansiedad y de deseos reprimidos en una carga de lamentos, cerca de su cuello; resbalando por su nuca hasta sus hombros; recorriendo la hendidura de su espalda… y siente, por debajo de las sábanas, las manos frías de la soledad, aferradas a su carne desde debajo de la piel.

Llora así un largo rato, con monstruos bajo la cama, con muertos desconocidos en los armarios y pelusillas bestiales de oscuridad colándose por las aberturas de puertas y ventanas.
— Te extraño…

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Líneas de Ocasión by María Fernanda Pérez Ramírez is licensed under a Creative Commons Atribución-No comercial-No Derivadas 2.5 México License.