Y detrás de cada guiño,
de cada rechazo,
de cada palabra herida... está la duda
Y las decisiones.
Decisiones rastreras,
de opciones poco factibles,
irrealisables: imprudentes.
Puertas que fraguan a golpes el delirio del Destino
y que corrompen el azúcar de las flores y de las Esperanzas.
Ya has tomado la tuya,
y aunque sé que tienes dudas, miedos, confusiones
yo no voy a intervenir.
Yo también he tomado la mía,
más terrible,
más inconsistente y egoísta:
Quererte.
Quererte porque me viene en gana,
porque aprendí a quererte de modo especial, por vez primera.
Porque,
aunque el nuestro lazo se haya roto
y se agote la reciprocidad y la complicidad mutua que nos unía,
puedes derivar sin rumbo por un mar de miedos y acantilados
Solo
si tú lo deseas así: Dios te ha dado ese derecho.
Pero yo amé mi Esperanza,
y la amo.
Y mi decisión es simple:
Eres mi Corazón porque,
cuando mi amor surgió,
yo no tenía uno,
y poco a poco de cada beso y de cada lágrima
una ilusión cálida latió en mi pecho...
Y viví.
Tú lucharás por mantener una desición que has formulado,
en la que te juegas parte de tu alma y de tu vida:
te juegas el dolor...
Resistes el látigo y la sombra para demostrarte a ti mismo
y a mí,
y a quienes te miran y te quieren,
que eres más que deseos fallidos de reconstrucciones y esperanzas.
Y yo abrazaré la decisión constante que me mantiene atada a mi Destino,
la que hace vivir todos los días.
Mi Esperanza se murió, pero mis decisiones viven: y también son fuertes y obstinadas.
Te Amo, porque,
Al fin Poeta,
me hace bien quererte...
Y el Amor puede quedar en uno de nosotros
como un tesoro invaluable, recóndito:
Escondido pero iluminado en la faz de todos.
Decidí amarte porque yo quiero demostrarte a ti y a mí misma
que el Amor puede ser bello e incadescente sin esperar nada.
Esa es la lección más hermosa que aprendí de ti.
Te prometí un Amor Especial: pero fue una promesa que hice a mí misma. Y lo hemos logrado.
Vives dentro de mí en una llama que me susurra que todo estará bien.
de cada rechazo,
de cada palabra herida... está la duda
Y las decisiones.
Decisiones rastreras,
de opciones poco factibles,
irrealisables: imprudentes.
Puertas que fraguan a golpes el delirio del Destino
y que corrompen el azúcar de las flores y de las Esperanzas.
Ya has tomado la tuya,
y aunque sé que tienes dudas, miedos, confusiones
yo no voy a intervenir.
Yo también he tomado la mía,
más terrible,
más inconsistente y egoísta:
Quererte.
Quererte porque me viene en gana,
porque aprendí a quererte de modo especial, por vez primera.
Porque,
aunque el nuestro lazo se haya roto
y se agote la reciprocidad y la complicidad mutua que nos unía,
puedes derivar sin rumbo por un mar de miedos y acantilados
Solo
si tú lo deseas así: Dios te ha dado ese derecho.
Pero yo amé mi Esperanza,
y la amo.
Y mi decisión es simple:
Eres mi Corazón porque,
cuando mi amor surgió,
yo no tenía uno,
y poco a poco de cada beso y de cada lágrima
una ilusión cálida latió en mi pecho...
Y viví.
Tú lucharás por mantener una desición que has formulado,
en la que te juegas parte de tu alma y de tu vida:
te juegas el dolor...
Resistes el látigo y la sombra para demostrarte a ti mismo
y a mí,
y a quienes te miran y te quieren,
que eres más que deseos fallidos de reconstrucciones y esperanzas.
Y yo abrazaré la decisión constante que me mantiene atada a mi Destino,
la que hace vivir todos los días.
Mi Esperanza se murió, pero mis decisiones viven: y también son fuertes y obstinadas.
Te Amo, porque,
Al fin Poeta,
me hace bien quererte...
Y el Amor puede quedar en uno de nosotros
como un tesoro invaluable, recóndito:
Escondido pero iluminado en la faz de todos.
Decidí amarte porque yo quiero demostrarte a ti y a mí misma
que el Amor puede ser bello e incadescente sin esperar nada.
Esa es la lección más hermosa que aprendí de ti.
Te prometí un Amor Especial: pero fue una promesa que hice a mí misma. Y lo hemos logrado.
Vives dentro de mí en una llama que me susurra que todo estará bien.
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