Favor de acariciar a la Rocamadour.

Canción de la Venganza


Pero mira a quién me he hallado!
mira quien se asoma bajo los velos raídos,
bajo las lozas manchadas por el heno y la paz
de la desesperanza.

Mira quien, bajo su manto y su halo de tristeza,
de dulzura,
de hipócrita comprensión y talento,
asoma unos ojos temerosos del Vacío y de lo Que No Conoce.

Ah... y me alaba,
se desvive en besos y en adoranzas a lo largo de mi paso
y recoge los pétalos caídos de mis lágrimas,
para hacer corolas de amor, de olvido.
Se yerque ante mí, bella y sombría
y me reverencia con la manga de su sayal inmaculado.

Un halo oscuro le envuelve la cara
pero me presume una auténtica sonrisa de dientes pequeños,
inofensivos... mientras su lengua,
dentro de su boca,
sufre arcadas violentas bien disimuladas.
Yo sé que,
bien dentro de su garganta,
allí donde late lo que muchos llaman corazón
(yo lo llamo Bestia)
mastica mi nombre en la caldera eterna de su odio,
de su incompresión.

Cuánto odio la pureza sutil, voraz:
intencionada.
Cuánto la valerosa mano que se tiende, incondicional
pero condicionadamente.
Cuánto a los personajes trajeados de blanco
en pedestal, con brillo en las uñas y en los ojos
que,
detrás de sí,
guardan un puñal ensangrentado.

...y aguardan, aguardan.
Y a mí me peina su presencia porque finge ser cálida,
y me consuela a medias en sus palabras saturadas de mensajes,
de objetos y metáforas ultra positivistas.

Me da repelús, desconfianza...
como se desconfía de un castillo naipes en la nieve.

Al miedo se responde con miedo.
Al recelo, con desconfianza.
Y lo siento muy bien dentro de las entrañas como para dejarlo pasar sin más.

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Líneas de Ocasión by María Fernanda Pérez Ramírez is licensed under a Creative Commons Atribución-No comercial-No Derivadas 2.5 México License.