Favor de acariciar a la Rocamadour.

¡Y dices que mi fe no es verdadera!
Acércate.
Sé testigo de las ansias que tengo por vivir.

De mi institinto,
siente el olor de la superviviencia cocinándose en mis poros
y mira como estos ojos ojos se ensalzan
con la vista del Océano rojizo y desprendido
de tu derrota.

Perdiste.
Acéptalo: perdiste.
Me amases, o no me amases,
te jugaste el todo por el todo,
me pusiste un arma en las sienes,
una corona de espinas envenandas en el corazón
y me cantaste (qué va, me gritaste) tu himno favorito,
la canción más ardiente y efectiva que te sabes:
"Renuncia, renuncia, renuncia, renuncia!
Deja tu vida, de tus sueños, déjate tú embarrada contra el piso,
limpia la suela de mis zapatos con tu esencia
y déjala en la basura
donde tiene que estar..."

Y yo lloré... lloré mucho.
Lloré tu estupidez, tu rencor, tu mal cariño...
Te abrazé, presionando mi pecho contra el tuyo
para que sintieras
el calor, la tibieza, el poder de mis latidos
y descubrieras
todo el Amor que yo guardaba... el Amor que te tenía.

Pero me tomaste por el cuello,
me acorralaste, jugaste y amenazaste...
Me dijiste "Nena, lo nuestro no se puede,
Ten; trágate estas piedras y dime adiós".

Y yo, con los ojos enlutados y el alma cabisbaja,
primero tomé aire,
luego lancé un suspiro....
Y ahora, de frente, le lo digo, grito, escupo y envío:
"¡No!".

1 comentarios:

Henry Salas dijo...

So f%#k&ng good!!! Me sacaste de un bache de malas ideas, realmente me inspiraste... Gracias! ;)

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Líneas de Ocasión by María Fernanda Pérez Ramírez is licensed under a Creative Commons Atribución-No comercial-No Derivadas 2.5 México License.