¡Oh, vamos! no soy,
no somos (nosotros, los eternos soñadores,
los melancólicos y renuentes por excelencia)
tan monstruosos.
No tenemos dientes en el vientre
ni veneno en las encías,
Y si bien nuestros besos son amargos,
nuestros abrazos cargados de una tristeza ligera, pálida y atroz,
como los dedos de la Muerte,
o los aleteos fúnebres del colibrí,
y nuestras lágrimas frías,
como las manos de cera que tejen las blancas
mañanas de otoño;
Damos Amor (a veces gris, a veces rojo)
a voces, a coces, a cantidades...
Del dolor, materia prima del desastre,
hacemos collares y amuletos de fantasías y deseos
para los más osados...
para los que amamos... para los que sentimos en el fondo del corazón.
Oh, vamos.
Publicado por Antares en 21:24
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