Favor de acariciar a la Rocamadour.

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De los amores ridículos

De los amores ridículos, los peores son los amores imposibles.
Pensar en el otro, pensar en nada, pensar en el infinito. Pasear los ojos por entre las hojas de los árboles, por las estrellas.

Esos amores ridículamente imposibles.

No sé si me curan o maltratan el corazón.

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Es tu Amor

Me debes venganza, amor.
Me debes sangre, flor
y lodo.
Me debes la pupila desvelada de la noche.
Me debes las perladas estrellas y las lunas
de tu plato sonriente.

Me debes esa caja del té,
la que te besaba las manos, los pies, las entrañas.
Me debes los besos de las otras bocas,
de las bocas rojas bocas negras
bocas todas bocas labios dientes
que suavizaron los tuyos lejanos de los míos.

Y me debes el dolor, la tristeza y la rabia
con la que tejí recuerdos y deshice fotos.
Con la que te mataba, te enterraba y luego te lloraba
para verte otra vez vivo y descubriéndome, desnuda,
por las madrugadas rizadas;
por los dedos chorreantes de la vida y de su risa de hiena retorcida.

Porque me debes Mi Vida, Amor.
La que te he dado.
Me la debes a cambio de la tuya,
que procuro... me la debes a cambio de las rosas
que me regalaste,
de las llamadas que perdiste,
de las palabras afiladas que acertabas en mi pecho,
con que, lentamente, me mataste.

Pero me hiciste vivir.
.
Así que...
Pensándolo bien...
ya no me debes.
O me debes, más bien, Nada.

Si Nada me has quitado, Nada me devuelvas.
Quedamos en paz y a mano...
Que es tu mano tibia lo que más deseo,
que es tu paz de vino la que más añoro...

Pero lo que quizá quise,
lo que quizá quiero... es tu Amor

... aunque no me lo debas.

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Líneas de Ocasión by María Fernanda Pérez Ramírez is licensed under a Creative Commons Atribución-No comercial-No Derivadas 2.5 México License.