Ya tantos días… y las noches.
Y los Sueños.
A cada instante te me metes en los poros y me respiras,
Con tu hálito de dientes y de autofagias sobrepuestas,
Sobrecogidas,
De alambradas errantes de trémulas ocasiones del fracaso.
Caray, vaya que me haces falta…
Vaya que cada minuto en que pestañeo, pierdo
A momentos desesperados,
Un trocito de paz y de tristeza.
Me siento triste,
Y triste y sola,
Porque tú no estás aquí…
Y todos estos besos y abrazos se me coagulan en la sangre,
Y hacen, del tracto vascular, toda una lucha implacable de arroz y de vino:
De vino blanco, cristalino,
Como las gotas de rocío sobre tus pestañas,
O sobre tu boca húmeda, entreabierta,
En un beso eterno para alguien que nunca existió: Yo.
Y los Sueños.
A cada instante te me metes en los poros y me respiras,
Con tu hálito de dientes y de autofagias sobrepuestas,
Sobrecogidas,
De alambradas errantes de trémulas ocasiones del fracaso.
Caray, vaya que me haces falta…
Vaya que cada minuto en que pestañeo, pierdo
A momentos desesperados,
Un trocito de paz y de tristeza.
Me siento triste,
Y triste y sola,
Porque tú no estás aquí…
Y todos estos besos y abrazos se me coagulan en la sangre,
Y hacen, del tracto vascular, toda una lucha implacable de arroz y de vino:
De vino blanco, cristalino,
Como las gotas de rocío sobre tus pestañas,
O sobre tu boca húmeda, entreabierta,
En un beso eterno para alguien que nunca existió: Yo.