Favor de acariciar a la Rocamadour.

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La existencia


Así es la existencia:


La vida se traduce como un acertijo. A cada respiro, a cada paso; el acertijo se vuelve más vertiginoso y torcido. Con cada amor fallido, o con cada deseo atroz de fama y de fortuna, se curva en reviravueltas furiosas e indescifrables...

Hasta el momento en que el acertijo, más que ser reto: más que ser tortura, destierro o mal camino, se vuelve Misterio... y es, por fin, insostenible.

Entonces la vida acaba, y quedamos muertos y hundidos entre una maraña de cuerdas y de palabras.

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Parpadeo


Quisiera que se apagara el mundo.
Que se evaporara ligero e insignificante
como el humo de las cerillas que se pierde
bajo la luz de el crepúsculo somnolento.


Que se extinguiera
como la llama de una vela que es vencida por el viento;
como el destello de luz de un prisma que se interpone entre sol
y la avenida de autos, tacones y misieria.


Que se esfumara
como el reflejo de tus ojos en una pompa de jabón,
sin dejar rastros ni querellas.

Quisiera que el universo se volcara en sí mismo
y se indefiniera entre lo absurdo y lo real.

Quisiera ser devorada por un chorro de electrones y volverme arpegios,
y misterio,
dejar de ser materia viva:
ser una roca.


Ser un tumulto de palabras llanas
que no hagan más que contar las historias que otros ya han contado.


Desaparecer
como lo hacen la última imagen del sueño
bajo el parpadeo inicial de la mañana.

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Y la Luna


Y la Luna.


¡Ay la Luna! ¡La condenada esfera reluciente y fría!

El lirio de la noche estrechada en luces trémulas de estrellas.


La Luna se ahoga en un claustro esponjoso,

nacarado y cruel

de las nubes errantes que le abrazan.


Su brillo es una súplica,

su presencia redonda es un requiem

para mi vela triste y desolada.


La luna me come a mordiscos,

me derrite.

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Todo estará bien


Y detrás de cada guiño,
de cada rechazo,
de cada palabra herida... está la duda

Y las decisiones.

Decisiones rastreras,
de opciones poco factibles,
irrealisables: imprudentes.

Puertas que fraguan a golpes el delirio del Destino
y que corrompen el azúcar de las flores y de las Esperanzas.

Ya has tomado la tuya,
y aunque sé que tienes dudas, miedos, confusiones
yo no voy a intervenir.

Yo también he tomado la mía,
más terrible,
más inconsistente y egoísta:
Quererte.

Quererte porque me viene en gana,
porque aprendí a quererte de modo especial, por vez primera.
Porque,
aunque el nuestro lazo se haya roto
y se agote la reciprocidad y la complicidad mutua que nos unía,
puedes derivar sin rumbo por un mar de miedos y acantilados
Solo
si tú lo deseas así: Dios te ha dado ese derecho.

Pero yo amé mi Esperanza,
y la amo.
Y mi decisión es simple:

Eres mi Corazón porque,
cuando mi amor surgió,
yo no tenía uno,
y poco a poco de cada beso y de cada lágrima
una ilusión cálida latió en mi pecho...

Y viví.

Tú lucharás por mantener una desición que has formulado,
en la que te juegas parte de tu alma y de tu vida:
te juegas el dolor...
Resistes el látigo y la sombra para demostrarte a ti mismo
y a mí,
y a quienes te miran y te quieren,
que eres más que deseos fallidos de reconstrucciones y esperanzas.

Y yo abrazaré la decisión constante que me mantiene atada a mi Destino,
la que hace vivir todos los días.

Mi Esperanza se murió, pero mis decisiones viven: y también son fuertes y obstinadas.

Te Amo, porque,
Al fin Poeta,
me hace bien quererte...

Y el Amor puede quedar en uno de nosotros
como un tesoro invaluable, recóndito:
Escondido pero iluminado en la faz de todos.

Decidí amarte porque yo quiero demostrarte a ti y a mí misma
que el Amor puede ser bello e incadescente sin esperar nada.

Esa es la lección más hermosa que aprendí de ti.

Te prometí un Amor Especial: pero fue una promesa que hice a mí misma. Y lo hemos logrado.
Vives dentro de mí en una llama que me susurra que todo estará bien.

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Porque lo he elegido.


Te quiero
con un dedo en los labios
y con un suspiro callado entre tus dientes.

Te quiero
con el amor poderosamente intacto
en la llama de tus ojos acuosos,
ambarinos,
asoleados en mareas y torbellinos marinos
completamente arrasadores e imperdonables.

Te quiero a solas,
en medio de todos,
o en medio de la nada atroz de dos semanas,
de dos rebanadas vacías de soledad acabada y tonta...
de dos gajos infortunados de caricias, saliva y sal.

Te quiero
porque me gusta el azul,
porque tú eres azul:
como un poema erudito que nace de los pétalos húmedos
de una rosa mística sonrojada en pena y agonía...
como un cielo tranquilo,
poblado de nubes tiernas y esponjosas,
como un beso volátil sin más propósito que ser veloz,
que ser furtivo o incauto.

Te quiero porque lo he elegido,
porque no se me dio de otra!
porque me gusta quererte.
Porque nunca hallé a nadie tan digno de amarse
como tú.

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Líneas de Ocasión by María Fernanda Pérez Ramírez is licensed under a Creative Commons Atribución-No comercial-No Derivadas 2.5 México License.