Favor de acariciar a la Rocamadour.

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A la Contemplación Sublime


Allí, tras de la penúltima hoja, se encontraba la Amada.
Imposible de contenerse, a cada instante, a cada minuto, recorría las hojas del cuadernillo para encontrarse con ella...
Su mano acariciaba el reborde de su cuerpo y con sus ojos, corría por el misterio puro del enigma... Silabeando cada nota, sintiendo correr por sus sentidos el manantial iluminado de su paz invisible, de su ritmo, de su música.
Todos los días, a todas horas, la Amada le esperaba allí, en su escondite; aguardando la sed inconsumible, incontrolable de aquél muchacho que, desatado en el encanto infito de la magia, se sumergía en el hechizo sutil de la poesía... y Ella le recibía feroz y eterna. Acariciaba sus cabellos, le cantaba canciones dulces al oído...
Entonces, el muchacho, ebrio de mar y de luces, de sueños, de mundos, de palabras; caía dormido con SU poema, con SU amada, entre los brazos mientras sorbía de una copa de añoranza y de tristeza al recordar que, aquella magia inagotable, aquella nube libre, descarriada; nunca sería una Mujer.

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Soledad



Es curioso. Dentro del Mar de ideas que es la molécula del mundo, está la soledad.Es extraño ver como al extender los dedos de una mano pasan los rayitos tímidos, agazapados de la soledad.Es infame ver al hombre con el hacha y con las hoces destruir los brotes verdes florecientes de la soledad.Y lo peor... que brillantes es ver la luz que se asoma por las hojas de los árboles. Luz tan despierta, tan clara, tan lejana... Luz de planetas y de Astros exteriores... Luz de vida, de sal... de letras. Luz que se cuela sutil y austera a través de los espectros del bosque de la Soledad.Sé que es la soledad...Es la llama que corroe las entrañas cuando se quiere llorar... Es la rabia que sube en elevador hacia la impotencia...Es la consecuencia del todo... La consecuencia del nada...La soledad es la dolorosa, extraña e inerme Libertad Absoluta.

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Mundo



Vivimos en el Mar. En el Mar de Mares.
Nuestro rostro de ha vuelto azul y nuestra piel tersa se ha cubierto de escamas.
A nuestro alrededor; olas bravías circular tragedias y naufragios; partículas pequeñas se suspenden, reflejando la luz... Estamos en un mar de Gracia Innecesaria, en el claustro del vacío. Somos habitantes de una soledad continua, interminable.
Vivimos inmóviles entre el agua salada que corroe los labios, las heridas.
Somos producto ruin de los deseos y las pesadillas. Venimos con la lluvia fría de los sueños y nos alimentamos de nada, de nosotros mismos.

Somos habitantes del Mar del Mundo.

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Pasado


Sólo basta cerrar los ojos.
Me basta.
Con la espera desierta de razones,con la concienca erguida
puedo mirar atrás sin miedo a la lluviao al vicio.
Puedo respirar el aura del pasado
y recordar tantas risas, tanta paz
y tanta guerra.

...

Está demás decir que la soledad existe
y que es pesada su carga en la existencia.
Está demás aclarar premisas
escrutar sentidos, propósitos.
Simplemente basta quedarse quieto y recodar...
y poco a poco, la gloria y los horrores adquieren un color realista,
un plano fantástico y textual.

...

Poco a poco desfilan monótonas pasiones,
y retoños de cariño y amor acarician la piel cicatrizada del olvido.
Perdí tantas cosas,
sangré tanto,
lloré tanto.
Recibí tanto.

...

Me suspendo del pasado y del futuro en la cápsula sutil de la poesía y reitero:
esta no es ocasión de arrepentirse.
Esta no es misión de estar triste, o contenido.
Esta Regresión,
inducida por la fatiga y la angustia del presente,
no pretende más que el recuerdo efímero de sombras mal soñadas,
mal descritas.
Este regreso infantil me causa gozo.
...

Sé que he crecido.

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No te preocupes:
Hoy no tengo miedo.
No esperes de mí mordidas,
ni reacciones de huracán.
...
Esta tarde no tengo mucho que ofrecerte.
Mis ansias están ahogadas en esta taza de café
y mi furia enterrada en la palma de tu mano...
...
¿Te importa si no hablo mucho?
Quiero mirarte.
Hacía mucho tiempo que no miraba a nadie así:
Te miraré con los ojos cerrados y el alma bien abierta.
Con las manos atentas, con las sonrisas precisas.
Quiero verte como tal,
como eres.
Quiero describirte sin adornos,
quiero retratar tu voz... quiero guardarla en un poema
y que corra como la línea del viento,
que brote como una fuente de luz,
que rasgue el panel de mi silencio enclaustrado.
Que fluya como la savia del momento...
que riegue, que peine, que duela, que hiera...
que brille...
...
El cielo hoy es gris.
No, no temo que llueva.
Está lloviendo ya aquí, en mi cabeza.
Siento las gotas heladas correr por mis oídos,
por mi percepción,
por mis garganta
(y tu sabes lo crueles que son las gotas con las gargantas dolidas)
por mi corazón...
Las siento barrer la oscuridad con sus lágrimas de sangre,
inundar mis mares de vacío...
...
Te siento fresco.
Intacto...
quizá entrecortado.
...
Me pasas por la piel como un río fresco de zafiro en un día terrible de calurosa soledad.

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Oscuridad




El sol muere. Parece despedirse lentamente mientras cae rendido en entre cirros ensangrentados.
Es entonces cuando la noche se asoma envuelta en su manto estrellado y lo extiende sobre las cabezas de las criaturas que lloran aún al astro caído.
Su oscuridad corre por las calles semidesiertas, penetra en las casas. Se le ve salir por dentro de los cajones y escapar de los armarios vacíos. Se vierte como un ácido ruin y devora las formas y figuras, los colores y los rostros de la gente.
Yo estoy aquí. Sintiéndome. En este momento, no me veo.
A mi alrededor, el vació roza las paredes y presiona contra mis ojos aterrados. Rasga mi piel con minúsculos colmillos y lastima mis oídos porque grita fuerte, muy fuerte … Se cierne sobre mí y me devora junto con todas las cosas. Mi cuarto, mis libros y ahora yo también, flotamos en la nada inalterable, imperceptible apenas. Extiendo una mano y agito con ella el aire que parece quedarse inmóvil. No la veo. Tengo la sensación de ser invisible. Me muevo entre lo irreal, entre lo fantástico. “En la oscuridad, todas las cosas se vuelven invisibles o irreales o fantásticas” pienso.
Estoy tranquila. Hasta ahora lo soporto muy bien. En la penumbra, logro captar apenas la silueta de una lámpara. Quiero encenderla, ¡quiero terminar con esto!... La ansiedad comienza a picarme con su daga y me levanto. Tropiezo con algo que hay en el suelo y caigo de bruces sobre un suelo que no consigo ver. Quiero levantarme pero, ¿como saber cuál es “arriba” o “abajo” cuando se está suspendido en la nada total, en el vacío indescifrable? Me mareo. Levanto los ojos falsamente ciegos y la veo de nuevo allí; la lámpara flota en un mar negro de ansiedad y de terror. “Me rindo” suspiro y me levanto trastabillado. Con los pies descalzos, llego hasta el muro que tanteo para encontrar el interruptor de la luz. Lo acciono.
La Oscuridad grita de muerte y desaparece dejando una niña sola en un mundo visible, real, incoherente . “A veces es mejor la oscuridad” suspiro, y vuelvo a la cama con las luces completamente encendidas.
Fuera, la luna, hasta ahora oculta en una nube, sale y lucha contra el enemigo que yo acabo de echar de mi cuarto.
“La oscuridad suele ser tan fría” digo y me arropo hasta la cabeza con el afán de dormir.

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Letras



Me dijeron que, si lograba conseguir esa carta, el futuro del mundo estaría ya en mis manos. Me dijeron que sólo bastaban unas cuantas minúsculas y mayúsculas para tejer una corona de luz. Y allí estaba yo, frente al derruido edificio del antiguo palacio, aguardando a que el valor llegase para atreverme a entrar.
La noche anterior me había revuelto entre las sábanas regocijándome del éxito que acompañaba a esa carta que estrechaba ahora entre mis manos; una carta pura, blanca, misteriosa... una carta de sobre inmaculado que no me atrevía a irrumpir. Una carta de amor, de poder, de fantasía...
Y yo necesitaba esa carta. Necesitaba de su tinta, de sus hechos... necesitaba de sus mundos, de sus quimeras... de la magia que por medio de la magia, yo habría de dominar.

Se cuenta entre poetas y novelistas que es posible dominar a otro por medio de sus letras; que es preciso sólo contar con unas pocas para manipularle, para controlarle... Yo no hacía eso por el poder, o por las ganancias... no, yo lo hacía por algo más. La carta que hasta el momento indecisamente estrechaba entre mis manos representaba la métrica de mi existencia, el parámetro del abismo, en el umbral de mi tristeza... Representaba la oportunidad de conocerle por dentro, de saberme en sus entrañas, de encontrarme dentro de su dimensión…
Pero antes, necesitaba entrar en el castillo ruinoso para así lograr entrar en el misterio.

Estreché el papelito contra mi pecho. Sí, podía sentirlo.... algo allí dentro palpitaba.... algo allí dentro se movía y buscaba el contacto de mi cuerpo como un animalillo peludo en busca de algo de calor. Con un gesto casi mecánico acaricié el sobre y respirando hondo, di un paso hacia el umbral guardando la carta en mi bolsillo.

...Y entonces, como desde un punto ínfimo de una ventana, pude ver a la Hechicera.
Allí, situada en la mitad de una nada insoportablemente vil, se hallaba bordando con hilo de seda y aguja de hueso un tapiz de celofán.
Vi salir de sus dedos laboriosos tantas figuras, tantos mundos, espacios y puertas...

Con el miedo tembloroso en las pupilas, me acerqué. Ella pareció no verme y continuó bordando mientras tarareaba una canción que no reconocí.
--- Perdone …
No obtuve respuesta.
--- Disculpe …
Ni así, siquiera, me miró.
--- !Hey! Necesito de su ayuda!
La hechicera, entonces, levantó sus hermosos ojos azules y agitó los cabellos blancos, hebras de plata hiladas con nubes de paz.
--- Eso me queda claro. De otro modo no estarías aquí.
¡Su voz era extrañamente potente y joven, su rostro terso e infantil! Sin más, retomó la insistente actividad y me ignoró.
Yo saqué la carta de mi bolsillo y sólo entonces su mirada brilló de nuevo sobre mis manos. Me preguntó de dónde la había sacado y a quién pertenecía; preguntas meramente mecánicas a las que yo respondía como un examen. Con sus dedos largos tomó el sobre y se puso a examinarlo con cuidado minucioso de doctor.
--- ¿Tienes idea de lo que haces? Pides un Hechizo de Letras.
--- Sí.
--- ¿Te das cuenta? me entregas una carta que tú has escrito a ti mismo; me pides que te hechice a ti, para ti. Me pides que te otorgue control sobre tu control. Me pides que...
--- Se exactamente lo que pido.- Respondí insolente.- Por favor, no lo haga más difícil... quiero salir de aquí.
Me sentía incómodo. Pesaban sobre mi espalda miradas fantasmales de ojos invisibles para mi razón.
Sus ojos de zafiro eran de fuego mientras engullía lentamente mi carta, mi preciosa carta...
¡Dios! aquella hechicera era tan hermosa, tan hermosa.......


. . . . . . .

El poeta calló entonces. Su mirada yacía perdida en el vacío de la Terminal.
Yo tomé un sorbo de té y me miré las manos manchadas de tinta.

Muchos son los que han fundido su vida con el arte tributándole una hoja, unas cuantas letras… y toda su existencia…

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Palenque


Si uno mira bien con la piel que se embriaga de rocío, si uno percibe por los ojos del insomnio su sutil encanto, su temblor, su presencia; se dará cuenta que el sitio de la vida es éste, no aquél otro, ni aquél más, sino éste. Aquí, se respira la bitácora del tiempo. En los poros ensalzados describen moralejas las partículas de luz. Hay esencia a especias en el aire y, en la lengua, se rescata un gusto a menta, a hierbabuena. El fresco rumor de la promesa seduce a los oídos y deja al alma desnuda, vulnerable al hechizo de la Selva Tropical.
Entre gotas de esperanzas renacidas y murmullos de animales juguetones, la conciencia se expande al límite de la razón. La energía neta del entorno de la Vida penetra en las ideas, la entrega del tributo de la Selva retoca el interior de los sueños recaudados. En el estanque transparente y virgen, tomarán un baño las figuras y las ilusiones habrán de corretear por las hojas de caoba y en el azúcar de las bayas silvestres.
Esta es la Selva. Este es mi sueño. Una realidad.


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Líneas de Ocasión by María Fernanda Pérez Ramírez is licensed under a Creative Commons Atribución-No comercial-No Derivadas 2.5 México License.